martes, 7 de febrero de 2012

OTRA OPORTUNIDAD / ANOTHER CHANCE

ANOTHER CHANCE  (Roger Sanchez)


Ilusión. Ilusión por comenzar algo nuevo. Por conseguir aquello que anhelas, que sueñas, que dará por fin sentido a esta locura: el giro maravilloso y copernicano de 180 grados que todo ser humano trata de alcanzar para que, como por arte de magia, las piezas del puzzle de nuestras vidas consigan encajar. Ilusión, esperanza, fe.

El viento frío pega en tus mejillas como besos de un muchacho nórdico. Respiras profundamente, llenas los pulmones de ese frío aire que te rodea. Una gran ciudad, nueva, inmensa, brillante, maravillosa. Oportunidades que, anhelas, se abran ante ti. La oportunidad  de cambiar, de conseguirlo todo, de lograr al fin ser feliz. Ilusión es la palabra mágica, el abracadabra de esta letanía.

Quién dijo miedo?. La mala suerte es la excusa de los cobardes. Gente, cientos miles de personas pululan a tu alrededor. Fascinantes, monótonos, grises y coloridos, altos y bajos, chicas chicos, góticos, punk, raperos, yuppies y ancianitas con el bolso en la mano y un bastón en la otra. Diversidad abrumadora. Cada persona con una historia propia, una consecuencia individual de sus caminos, paralelos  y diagonales.

Quieres comerte el mundo. A bocados enormes. Sin cubiertos. Las oportunidades se sirven frías. Comienzas a presentarte: en la calle, en esa fiesta a la que nadie te ha invitado, en el trabajo y en el restaurante donde vas a comer. Tu nombre, que eres nueva en la ciudad. Sonrisa enorme (al menos, lo mas grande posible en tu cara), amabilidad, mirada interesada… Abierta a todo el mundo, a todas las experiencias que aún no has vivido. A la gente que pasa por la calle, por tu lado, por tu vida, y parece tan interesante. A aquella otra gente anodina que sin embargo despierta tu curiosidad. Esta sola en una nueva ciudad, la gran manzana cosmopolita, como una novata en un baile de graduación, esperando que alguien abra para ti las puertas del cielo.

Frío. Extrañeza. Desconfianza. Miedo. Distancia. Hasta repulsión llegas a ver en los ojos, en los rostros, de aquellos desconocidos que quieren pasar por tu vida lo mínimo e imprescindible, sin pararse un instante. Personas con prisa que no saben a donde van, ni mucho menos de donde vienen, pero que temen dejar de pedalear por miedo a caerse, sin darse cuenta siquiera por dónde caminan.

A veces la respuesta es indiferencia, la peor de todas ellas, ya que supone tu absoluta invisibilidad, tu transparencia. Tus palabras que el viento arrastra, desechadas por los oídos a los que iban pronunciadas. Tus miradas perdidas en los pozos oscuros de total indiferencia… ¿a veces desprecio? de los ojos a los que iban dirigidas.

La oscuridad comienza a reinar en la ciudad, y poco a poco en tu ánimo, en tu ilusión, casi casi perdida. La noche va cayendo sobre las torres de metal, cemento y espejos que te rodean, mientras también la angustia, el desconsuelo, la desesperanza se hacen con tu alma, deshinchándola como una pelota de playa. Tu corazón, esa mañana rebosante de ansia, de ganas, de esperanza, se halla ahora vacío, frío, oscuro, desangelado y muy lejos de los sentimientos del amanecer que unos ojos, húmedos ahora, vieron como el comienzo del primer día de tu nueva vida.

La nada es el más horripilante de los sueños. El pensamiento más horroroso para una persona. Nada es la inexistencia, la  ausencia del ser. La falta de sentimientos, de calor, de vida. Ni siquiera caben en ella el miedo, la tristeza o la pena. Nada.

Nada es como te sientes ahora. Sin siquiera pensar en enfado, en rabia, o en frustración. La NADA absoluta, con mayúsculas. Te preguntas cómo puedes pasar de estar del cielo al infierno, y ahora en un limbo de indiferencia, en tan poco tiempo, pero estás demasiado cansada, excesivamente  humillada y hundida como para plantearte dilemas morales.

 La vida tiene sentido? Te planteas…Y sabes la respuesta: si todos los que te rodean poseen la felicidad, menos tú, no vale la pena nada. Pero te asalta una duda… si todos los que te rodean viven un mundo de mediocridad sin llegar nunca a alcanzar la felicidad, el mundo de colores al que quieres llegar, escapando del gris insoportable que es la existencia… si hay un paraíso al que no alcanzas, es horrible, pero la otra alternativa de que realmente no haya opción…es realmente agobiante, aterradora como para pensar en vivir así, con la conciencia de que la felicidad nunca llegara.

Entonces… una chispa. Una pequeñísima, casi ínfima sensación de calor humano. Una sonrisa, una mirada, una palabra. Una persona que para ante tía. Una conversación intrascendente y sentirte transportada, directamente, a una realidad en la que parezcas materializada de la nada, pof, como en las películas de Star Trek. Una persona que te hace preguntas, con la que conversas. Que demuestra insistencia, interés en tus palabras, en tus gestos, en tus miradas, aunque estén aun impregnadas en la desesperanza, el miedo, la desilusión y el horror vivido pocos minutos antes.  Otra oportunidad de la vida

La ilusión tarda en llegar de nuevo, como un perro apaleado, pero siempre regresa. Al fin y al cabo, solo busca donde debe estar, un hogar aceptable. Como la gasolina, basta una chispa para hacerla prender de nuevo, aunque tarde. Poco a poco tu corazón vuelve a latir, razonablemente confortado. Una palabra de sus labios, una mirada, un te veré que suena más a confirmación que a propuesta. Una promesa de besos en unos labios que se acercaron a los tuyos y se posaron, un segundo más de lo debido, en tu mejilla mientras una mano extraña te coge por la muñeca para dejar impresa por horas  una caricia en tu piel. Otra oportunidad.

La noche cae y despierta el sol anaranjado, aunque es en vano pues ha pasado la luna en vela junto a tus esperanzas. Breves sueños, adormilamientos con una sonrisa en la boca mientras en tu mente bullen ideas, historias, desconcierto, pero sobre todo la ilusión que hincha ahora tu pecho, tu corazón, de nuevo, como la mañana anterior o quizá más, con mas fuerza, con una promesa concreta, fijada en un objetivo real e determinado. En el olor de su piel impreso en tus papilas, y en el grabado a fuego tacto de su mano sobre tu muñeca.

Ilusión de nuevo, revoltosa, alegre, loca, soñadora. Como un amorcillo travieso.

El sol se pone y la hora se aproxima. La hora que ha quedado determinada en tu dia, esperanzado y nervioso, de miradas al espejo, horas de selección entre una maleta descompuesta, y un baño, largo, espumoso, y febril. Oportunidad es la palabra.

Pero la cita ha llegado y no se presenta nadie.

O peor…se presenta por sorpresa la NADA. La desilusión en tus ojos, en tu rostro, en tu alma y en tu corazón, roto, deshinchado, perdido, muerto, VACIO. ¿Otra oportunidad?...


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